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Dos Grandes del Rodeo Mexicano por Aldo Garibay
Desde niño tuve la oportunidad de recorrer diferentes arenas de rodeo acompañando a mi hermano mayor y a mi padre a las lazadas. En ese tiempo la verdadera competencia para mí, era la que teníamos una docena de vaqueritos al final de la arena pialando los novillos una vez que salían del quitasogas (stripping chute) o lazando el Dummy que estaba detrás de las gradas. Nos tomaba sólo un tiempo establecer nuestras reglas y las parejas de lazadores, lo demás era pura adrenalina.
Después empecé a poner un poco más de atención a lo que pasaba dentro de la arena y comencé a ubicar a esos vaqueros que destacan por su agresividad, constancia y habilidad de ganar. En este artículo quiero mencionar a dos de ellos: uno de los grandes de Sonora y
uno de los grandes de Chihuahua.
Durante mis estudios de licenciatura en la capital del estado de Sonora participaba en el circuito local llamado SOCOGOS. Uno de los mejores lazadores tanto cabecero como pialador del circuito era un señorón de poco mas de 60 años de edad que se medía al tú por tú con los jóvenes y no tan jóvenes lazadores:
Don Enrique Zambrano. En la final del circuito no era raro ver a quien todos apodamos “El Grande de Sonora” cosechar varias de las hebillas que se disputaban, la intensidad con la que competía creo que no la he visto aún en nadie más, con una tremenda hambre de ganar y una seguridad que no daba margen al error.
Don Enrique participaba en el estado de Sonora y el sur de Arizona, en los años en los que él competía mas fuerte, lo que hoy es conocido como lazo por parejas era mucho mas complejo, consistía en los mismos dos lazadores saliendo uno de cada lado tal como lo seguimos haciendo, sólo que el cabecero portaba una madrina en su cinto e iba amarrado a muerte, una vez que el novillo era pialado, el cabecero tenía que desmontarse y amarrar juntas las dos patas traseras con un nudo doble. En caso de pialarse una sola de las patas no había penalización, sólo que el trabajo del amarre de las patas traseras era mucho más difícil ya que había que juntarlas.
Lo anterior es algo que nunca me toco ver, sólo escucharlo en las pláticas de los mayores y principalmente de Don Enrique, que lo comentaba cada que había la oportunidad, tomando cualquier pequeña soguita como madrina y nos daba una pequeña exhibición haciendo los diferentes tipos de amarre alrededor de una de sus piernas. Se podía ver esa chispa en sus ojos y el latir de su corazón tomar otro ritmo al recordar esos años de gloria.
También a principios de los 90´s en la antigua arena de Expogan Sonora tuve la oportunidad de conocer al mejor lazador de México, el señor Lalo Gallegos originario de Cuauhtémoc, Chihuahua. Siempre muy bien montado atraía todas las miradas al cajón del cabecero cada vez que se escuchaba su nombre. En la era de la A.V.R ( Asociación de Vaqueros de Rodeo) en Chihuahua, Don Lalo obtuvo 13 campeonatos nacionales en los cuales destacan 6 años consecutivos como cabecero, 6 años consecutivos como vaquero completo y uno en la disciplina de lazo de becerros, éste último le otorgó la preciada “Triple Corona” en el año de 1985, que consiste en ganar tres títulos nacionales en el mismo año. En una ocasión tuve la oportunidad de visitarlo en su oficina y en lo que él atendía una llamada en su escritorio, me levanté de la silla, comencé a recorrer las paredes llenas de preseas y me detuve un poco al ver las tres placas del mismo año. El me estaba observando y al colgar el teléfono me dijo: “Yo siempre les decía a todos que nunca me consideré bueno, pero confiaba siempre en mi buena suerte y con eso era suficiente”.
Durante esos gloriosos 6 años consecutivos obtuvo la clasificación para representar a México en las Finales Mundiales Amateur del N.A.R.C. (North American Rodeo Comission) donde participaba Estados Unidos, Australia, Canadá y México. Él asistió en dos ocasiones, en 1985 y 1988, cuando la cede fue en El Paso, Texas.
Esa “buena suerte” que él menciona, creo que fue el resultado de ser uno de los primeros vaqueros de rodeo en el país que dio un trato diferente al caballo lazador. Utilizaba caballos ligeros, es decir, caballos que principalmente debían ser usados para las carreras y los cuidaba y alimentaba como tales. Lo que él hacía no es muy fácil de lograr con ellos, debido a su temperamento caliente, pero Don Lalo poseía una enorme sensibilidad y le tenían mucho respeto, aún sin utilizar jamás las espuelas. En ese tiempo el caballo que la mayoría de los lazadores usaba era prácticamente caballo de trabajo de rancho, que funcionaba suficientemente bien para las competencias, pero Don Lalo cuidando de todos estos detalles llevaba una ventaja, además, por su puesto de siempre perfeccionar su técnica personal.
Éstos dos grandes vaqueros tienen en común el haber sido profetas en su propia tierra y también haber tenido el valor de haberse medido con las grandes figuras de talla internacional. Esto les dio perspectiva para enfrentar con mucha seguridad sus próximas competencias. Espero que el ejemplo de las dos figuras del rodeo mexicano que menciono, sirva a esos grandes talentos que se quedan a mitad del camino por no exigirse a si mismos alcanzar ese siguiente nivel.
“El barco está seguro en el muelle, pero no fue ese el fin para el que fue construido”.
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Aprender a lazar
(lazo doble)
con los videos de Aldo Garibay
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